Friday, April 21, 2006


"Te ofrezco mis horas, las puedes romper y si quieres las llenas de llanto o de miel..."

Hace unos meses esa frase sólo significaba desesperación para mí, y era así porque es una canción que me fue dedicada en un momento de angustia y desolación total, en donde la única solución parecía ser el silencio absoluto o el regreso a una rutina sin sentido y monótona que no tenía ya una meta correcta, una misión adecuada...

Desde ayer he escuchado una y otra y otra vez esta canción, entendiendo por fin su sentido, sintiendo lo que dice, comprendiendo que no es desesperación lo que expresa, sino una entrega total, sin condiciones ni ataduras, sin pedir nada a cambio... una entrega de amor. ¿Cómo hacer una entrega de amor si hace exactamente un año me prometí jamás volver a hacerlo?, ¿cómo quebrantar una promesa que me hice con tanta fuerza y decisión?, ¿cómo hacerle entender al corazón que las promesas no se rompen? No se puede, el corazón ya tomó su decisión y no hay absolutamente nada que yo pueda hacer ya, no puedo controlarme y mucho menos abstenerme, la promesa quedó atrás y lo que viene adelante es otra promesa, la de un futuro mejor, en donde no tenga que hacerme el otro tipo de promesas...
"Hazme la noche y ven, vida mía..."

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